8 nov 2006

Transporte Público

Muchas veces me he abstenido de escribir por no encontrar las palabras precisas, esta vez he optado por la simplicidad del momento, ahora que salgo de la escuela y voy en el ruidoso camión hacia mi hogar, donde dicen que es el lugar al que uno llega a lamerse las heridas después de la batalla. Veo pasar las calles, los faros y la gente como confusas manchas, es el efecto de la velocidad y me pregunto cuantas veces vemos así los días pasar, como grandes manchas corridas por el tiempo. Me dispongo a hablar de todo y de nada y por primera vez la pluma avanza mas rápido que mi mente, no hay tiempo para la reflexión de ideas ni tiempo para acomodarlas. En la mañana tuve tantas ganas de llorar, pero no pude romper la barrera, no logré abrir la presa invisible que las contiene. Creo que llegué a ese instante de crisis del que hablabas, cuando la euforia desmedida pasa por momentos, cuando sientes que caes al vacío después de recorrer el camino ascendente en estado de trance, después de volar alto, caigo de la nube y me estrello con el suelo y me duele. En la picada me quedé vacío y ahora sin miedo me dispongo a comprobar si todo lo que dijimos fue cierto, si las palabras pronunciadas con el corazón no se esfumaron con el choque. Cuanto deseo que trascienda más allá. En estos momentos un tipo con facha de brasileño sube con su guitarra al camión y comienza a tocar algunas notas y a cantar algo en portugués, es extraño, parece que solo toca para si, es una canción alegre que quizá hable del amor, no lo se, podría intentar descifrar su idioma hermano pero mi mente solo intenta alcanzar la pluma así que retomo el tema y titubeo en comentarle algo al respecto pero recuerdo que desde el inicio lo acordamos y lo tomé como única regla; la sinceridad.
Una tipa decidió sentarse aquí a mi lado y yo intento poner encima de estas líneas mi brazo para que no las lea, no son de su incumbencia; que tonto, como si le importara su propia descripción, pero en éste momento vuelvo a escudriñar la calle y la conjunción de las casas, calles y letreros me dicen que voy llegando a casa, es hora de ir a correr y sudar las penas, después hablaré con ella.

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Hablé con ella y pude reencontrarme, pisar el suelo después de levantarme e impulsarme de nuevo a volar, sabiendo luego de haber perdido el piso donde está la tierra.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

Y mira que aqui donde estoy no hay transportes publicos, pero las calles y las casas tambien hacen conjunciones, y a traves de los audifonos escucho las notas indiferentes de alguna fulana que se decidio a cantar robandome mi rol principal, y te leo amigo y me circunstancio derramada en el suelo, mirando al cielo, las caidas duelen, si, pero ambos sabemos, porque yo se que tu sabes, ja (ironica retorica la mia verdad), sabemos que cuando se mira al cielo, hay que hacerlo horizontales, con nuestros puntos a la misma altura, tocando el suelo con el cuerpo entero, solo asi alcanzamos el macrodircurso de la posibilidad, consiguiendo la maxima apertura del angulo estelar al raz del suelo, ligera, la pluma especula, intenso, el cuerpo duele, amiga, la mano se lanza al papel y puedes decir que conjuntas tu existencia un un punto indiferente en la nota mas alta del transporte publico, gracias por este hermoso regalo, tu escencia hecha palabras....

Janis

Bern art. dijo...

Gracias a vos Janis por esas palabras, te guardo en el alma

Anónimo dijo...

me gusto la forma de la descripcion de tu relato, nada mas que existen algunas fugas y dejan escapar un poco de ese jugo de entusiasmo por leer, se parece mucho a lo que escribo, esta chida.