6 nov 2006

La dormidera

Estoy exhausto, con las marcas hundidas por el trayecto de reclamo en la conciencia, con la impotencia de no poder regresar el tiempo y cambiar la historia, con el miedo atroz de la inmovilidad aplastante. Acercarse tanto al centro desgasta, confunde. Encontrarse desnudo en la noche y no saber si los pasos caminados habrán de ser la cuerda misma que se abrace al cuello en el momento de saltar al fin del mundo con el afán de buscar la sensación de libertad… paraliza.
Estoy exhausto por la fatiga que produce el silencio, por el hartazgo del caos, por la impotencia de no poder librarme de ese llanto acumulado por tantos años, de no saber hacerlo, de comenzar a ahogarme con las lágrimas amontonadas y enfermarme con su estancamiento.
Necesito descansar, pero me resisto a aceptar el respiro que requiero, podría quedar dormido la vida entera, acostarme entre las nubes y sentir su suavidad, podría morir de una vez por todas y de nada serviría porque mi cansancio no proviene de la ausencia de fuerza sino de la fuerza malgastada y se que tengo que tirar a la mierda todas esas cosas tan banales que inundan saturan llenan atestan rellenan embuten colman atiborran y desgastan mi puta vida… suplico al cuerpo y alma entregarse por completo, liberarse de la fatiga producida por el reclamo incesantemente personal, que renuncien a la comodidad mal venida, al miedo que tan sutilmente seda la vida. Necesito descansar… pero me resisto a aceptar el respiro que requiero. El remedio; recordar y olvidar, quitarme de encima esta piel que me asfixia lentamente, que exprime mis pulmones robándoles el oxigeno que con tanto trabajo consiguieron… ¿Cuantos electrones en movimiento? ¿Cuantos átomos? ¿Cuantas células? ¿Cuánto esfuerzo del corazón por entregarle al cuerpo con cada latido una bocanada más de vida? … ¿y todo para que? ¿Para que la mente tenga miedo y le ordene al cuerpo simplemente permanecer impávido ante tan inmensa sustancia colosal? Estoy exhausto, no puedo mas, necesito descansar.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Y todo para qué? Para aspirar la última bocanada, para sentir estallar los pulmones, para dolernos con la fuerza de la impotencia desgastada, para vivir entre llagas, para intetar sanar vanamente la escarcha, para llorar al soñar el recuerdo prohibido, para sentirnos exhaustos, para escribir estas letras, para reir recordando, para profundizar en la nostalgia, para sobrevivir de las amenazas, para reencontrar el descanso, para abrir la mano con el corazón apuñalado, para dormir sin continuar en legargo, para descansar en el amor libre y resucitado.