28 ago 2007

Antes de continuar

Retorcijones… es hora de dar otro paso mas y parece que sus pies están atrapados en su estomago... Antes de continuar decide flexionar sus piernas, abrazar sus rodillas, sentarse a la orilla del mundo, un mundo que tiene esquinas anguladas en trescientos sesenta grados, que tiene límites invisibles dibujados detalladamente. Se sienta al borde de enormes rocas que después se convierten en arena, la grandeza se vuelve pequeñez, la solidez no es mas que movediza en este limbo acuoso. Escucha una pendulante voz lejana que entona alguna nostálgica canción y las formas cambian; de estar al borde del abismo, se eleva, vuela y emerge nadando al núcleo de las estrellas que por hoy son frescas. Su caparazón, su cuerpo, permanece aparentemente inerte con sus ojos cerrados frente a una pantalla que no ve, mirando hacia la nada que sí logra divisar, su imaginación y su memoria deciden viajar juntas, esta vez tomadas de la mano, como enamoradas, a la orilla de un sitio en el que no hay distinción entre recuerdos y fantasías. Tan solo es un momento de abstracción, contemplar los trazos hechos a la lejanía antes de continuar… Quien sabe, a lo mejor su realidad se encuentra allá donde la gravedad no existe, donde las distancias no son y el tiempo tan solo es consecuencia del olvido de la perpetuidad, quizá sea ese su hogar al que regresa después de viajar a algún lugar del tercer planeta del sistema solar de la vía láctea del sistema de galaxias que giran conjuntamente con todo, alrededor del punto donde detonó la gran explosión, del lugar donde surgieron todos los secretos, en el que permanecen guardadas todas las respuestas. Quizá regresa al mismo lugar del que partió, después de traspasarlo todo y vuelve a entrar por la puerta desde otra perspectiva dimensional ¿Cómo desaparecer completamente si el alimento se encuentra del otro lado del muro? ¿Cómo puede desaparecer la distancia cuando sus manos solo rasgan la niebla del recuerdo creado por lo que siempre es?

Un paraguas no detiene la lluvia, un instante de abstracción no paraliza la rueda giratoria, esa rueda que tampoco es pero lo hace ser, arruga su piel de manera imperceptible ante los ojos que se abren frente a la pantalla y se tornan ciegos mientras los ángulos disminuyen, los límites adquieren opacidad, mientras libera sus pies del estómago cautivador, estira sus piernas, desata sus brazos, se levanta de la orilla del mundo y abandona su casa…