
Estoy sentado en fría roca estudiando las sombras. Cada centímetro de visión recorrido es igual al pasado y una gota por mi frente resbala, asi como el pelo se aferra a mi rostro, deformando su esencia, cubriéndolo de hedor penetrante. Diviso esta cueva en la que me hallo postrado, inclinando mi mente sin norte ni sur al vacío tortuoso aún sabiendo que de fondo carece y se pierde en engaños. Mentiras. Apariencias hipócritas que le dan goce al cuerpo resecando el alma y la mente. Mentiras que engrandecen lo imediato, señuelos que ensanchan la piel asfixiando los débiles órganos vitales que viven aún, haciendolos arrastrarse como gusanos sin rumbo que no encuentran su tierra. La cueva negra es mi mundo y le tengo fobia a la luz. Se que al salir seré voluble, seré observado, seré juzgado por Su irrefutable mirada implacable y no habrá lugar para huir, no habrá tiempo de esconderse en falsedad pues habrá de quedar atrás para ya no volver. Sé que es el camino correcto, que es la verdad y la luz pero permanezco enterrado creyendo que soy invisible, me oculto pudriéndome a la sombra y se que no saldré. No mientras siga siendo un cobarde. No mientras siga siendo humano...